Llevar a los hombres a la verdad es el mayor beneficio que se puede prestar a los demás.
La santidad no consiste en saber mucho, meditar mucho, pensar mucho. El gran misterio de la santidad es amar mucho.
Cuanto más un ser se aparta de Dios más se acerca a la nada.
Pero cuanto más se aproxima a Dios, tanto más se distancia de la nada.
Paciente no es aquel que no ve el mal, sino aquel que no se deja dominar por la tristeza.
Nunca toques una herida que no puedas curar.
La oración dominical (padrenuestro) es la más perfecta de las oraciones. En ella no sólo pedimos todo lo que podemos desear correctamente, sino aquello según el orden en que conviene desearlo. De modo que esta oración no sólo nos enseña a pedir, sino que ordena también todos nuestros afectos.
La esperanza cristiana es la espera adecuada de la felicidad eterna.
La oración es necesaria no para que Dios conozca nuestras necesidades, sino para que conozcamos la necesidad que tenemos de recurrir a Dios, para recibir oportunamente las ayudas de la salvación.
El bien de Cristo es comunicado a todos los miembros, y esa comunicación se hace a través de los sacramentos de la Iglesia.
No pongas en duda si es o no verdad, acepta con fe las palabras del Señor, porque Él, que es la verdad, no miente.
10 enseñanzas de Santo Tomás de Aquino
ORACIÓN DEL ESTUDIANTE ANTE UN EXÁMEN DE SANTO TOMAS DE AQUINO
Oh inefable Creador nuestro,
altísimo principio y fuente verdadera de luz y sabiduría,
dígnate infundir el rayo de tu claridad
sobre las tinieblas de mi inteligencia,
removiendo la doble oscuridad con la que nací:
la del pecado y la ignorancia!
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¡Tú, que haces elocuentes las lenguas de los pequeños,
instruye la mía, e infunde en mis labios la gracia de tu bendición!
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Dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facilidad para atender,
sutileza para interpretar
y gracia abundante para hablar.
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Dame acierto al empezar,
dirección al progresar
y perfección al acabar.
que vives y reinas por los siglos de los siglos.¡Oh Señor! Dios y hombre verdadero,
.
Amén
Oración de Santo Tomás de Aquino al Santísimo Sacramento
¡Oh, Santísimo Jesús, que aquí sois verdaderamente Dios escondido; concededme desear ardientemente, buscar prudentemente, conocer verdaderamente y cumplir perfectamente en alabanza, y gloria de vuestro nombre todo lo que os agrada. Ordenad, ¡oh Dios mío!, el estado de mi vida; concededme que conozca lo que de mí queréis y que lo cumpla corno es menester y conviene a mi alma. Dadme, oh Señor Dios mío, que no desfallezca entre las prosperidades y adversidades, para que ni en aquellas me ensalce, ni en éstas me abata. De ninguna cosa tenga gozo ni pena, sino de lo que lleva a Vos o aparta de Vos. A nadie desee agradar o tema desagradar sino a Vos. Séanme viles, Señor, todas las cosas transitorias y preciosas todas las eternas. Disgústeme, Señor, todo gozo sin Vos, y no ambicione cosa ninguna fuera de Vos. Séame deleitoso, Señor, cualquier trabajo por Vos, y enojoso el descanso sin Vos. Dadme, oh Dios mío, levantar a Vos mi corazón frecuente y fervorosamente, hacerlo todo con amor, tener por muerto lo que no pertenece a vuestro servicio, hacer mis obras no por rutina, sino refiriéndolas a Vos con devoción. Hacedme, oh Jesús, amor mío y mi vida, obediente sin contradicción, pobre sin rebajamiento, casto sin corrupción, paciente sin disipación, maduro sin pesadumbre, diligente sin inconstancia, temeroso de Vos sin desesperación, veraz sin doblez; haced que practique el bien sin presunción que corrija al prójimo sin soberbia, que le edifique con palabras y obras sin fingimientos. Dadme, oh Señor Dios mío, un corazón vigilante que por ningún pensamiento curioso se aparte de Vos; dadme un corazón noble que por ninguna intención siniestra se desvíe; dadme un corazón firme que por ninguna tribulación se quebrante; dadme un corazón libre que ninguna pasión violenta le domine. Otorgadme, oh Señor Dios mío, entendimiento que os conozca, diligencia que os busque, sabiduría que os halle, comportamiento que os agrade, perseverancia que confiadamente os espere, y esperanza que, finalmente, os abrace. Dadme que me aflija con vuestras penas aquí por la penitencia, y en el camino de mi vida use de vuestros beneficios por gracia, y en la patria goce de vuestras alegrías por gloria. Señor que vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.