Si crees en Dios, por más que te amenacen los anuncios del pesimismo, con relación a probables calamidades futuras, conservarás el corazón tranquilo, en la convicción de que la Sabiduría Divina sustenta y sustentará el equilibrio de la vida, por encima de toda perturbación.
Si crees en Dios, en ningún lugar experimentarás soledad o tristeza, porque te verás en ligación constante con todo el Universo, reconociendo que lazos de amor y de esperanza te identifican con todas las criaturas.
Si crees en Dios, nunca te perderás en el laberinto de la rebeldía o de la desesperación, ante los golpes e injurias que se te proyecten en el camino, por cuanto interpretarás a ofensores y delincuentes, en la condición de infelices, mucho más necesitados de bondad y protección que de hiel y censura.
Si crees en Dios, vivirás en la Tierra sin adversarios, a la vez que, por más que se multipliquen en la senda aquellos que te agredan o menosprecien, aceptarás a enemigos y opositores, a cuenta de hermanos nuestros, situados en diferentes puntos de vista.
Si crees en Dios, jamás te faltará confianza y trabajo, porque te levantarás cada día, en la certeza de que dispones de oportunidades benditas de comunicación con los demás, disfrutando el privilegio incesante de auxiliar y bendecir, entender y servir.
Si crees en Dios, caminarás sin aflicción y sin miedo en las veredas del mundo, por grandes que sean los peligros y riesgos que te oscurezcan el camino, por cuanto aún frente a la muerte, reconocerás que permaneces con Dios, tanto como Dios está siempre contigo, más allá de pruebas y sombras, limitaciones y cambios, en plenitud de vida eterna.
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